La posion de la experiencia

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Una mujer tenía un hijo joven que se puso enfermo. El médico le dijo que su única cura residía en tomarse una pócima a la vez que permanecía en ayuno una semana.

Pero el joven se encontraba en apariencia bien, y era incapaz de ayunar un solo día, a pesar de las continuas advertencias de su madre y el médico.

Un día, la mujer oyó hablar de un sabio que vivía en un lugar lejano y que tal vez podría ayudarla. Fue a verlo y le contó su situación.

El maestro dijo:

-Mujer, vuelve dentro de una semana con tu hijo.

 

A la semana, la madre y el hijo hicieron el largo viaje para presentarse de nuevo ante el sabio.

Cuando llegaron a su presencia, éste le dijo al joven:

– Has de saber que si no ayunas una semana, será peligroso para ti. Es todo por hoy.

 

La mujer, oyendo aquellas simples palabras, quedó desconcertada. Había pensado que aquel hombre utilizaría algún poder extraño para convencer a su hijo, o tal vez realizase un poderoso ritual de petición a alguna divinidad.

 

-Señor -dijo-, hemos recorrido un largo viaje para verte, y lo único que se te ocurre decirle es algo que tanto su médico como yo le hemos repetido miles de veces.

 

-No es lo mismo -respondió el sabio.

 

-¿Y cuál es la diferencia? -quiso saber la mujer.

 

-La diferencia es que yo he estado ayunando esta semana.

 

Cuando regresaron a su pueblo, el joven guardó por propia voluntad la semana de ayuno, tomó la pócima y se curó.

 

La historia resalta EL PODER DE LA EXPERIENCIA personal como una forma efectiva de influir en los demás.

A veces, las palabras por sí solas no son suficientes para convencer a alguien, pero cuando se respaldan con acciones coherentes, adquieren un significado más profundo y tienen un mayor impacto.

 

En este caso, el sabio había experimentado el ayuno durante una semana y comprendía los desafíos y beneficios que implicaba.

 

Al vivir esa experiencia en primera persona, pudo transmitir su mensaje de una manera más poderosa y convincente.

 

El hijo se dio cuenta de que el sabio realmente entendía su lucha y no le estaba pidiendo algo irrazonable.

 

Su experiencia personal le dio credibilidad y autoridad en el tema, lo cual llevó al joven a reconsiderar su actitud y tomar en serio la recomendación de ayunar.

Esta historia nos recuerda que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras.

Si deseamos influir en los demás o transmitir un mensaje importante, es fundamental respaldar nuestras palabras con acciones coherentes y experiencias personales relevantes.

 

La autenticidad y la congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos fortalece en nuestro impacto y nos ayudan a establecer conexiones más significativas con los demás.

Desarrollado por Belén Oubiña Gomez.

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